September 9, 2020 por Cristina Oroz Bajo

Lo que hay detrás de la Dislalia infantil, los niños que no pronuncian bien.

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La dislalia infantil es el trastorno del lenguaje más común en la etapa infantil, el más conocido y más fácil de identificar. Se estima que puede tener una incidencia del 5-10 % entre la población infantil. Suele presentarse entre los tres y los cinco años, con alteraciones en la articulación de los fonemas. Viene referido a una mala pronunciación de los niños, un trastorno en la articulación de los fonemas. 

Todos los estudios se han centrado en dos hipótesis principales:

  1. DISLALIA Y MEMORIA

Raine y su equipo son los pioneros en relacionar los trastornos de articulación con una capacidad disminuida en la memoria a corto plazo, una menor longitud de la palabra y una reducida actividad motriz articulatoria (Raine, Hulme, Chadderton y Bailey, 1991). Recientemente se han encontrado problemas prosódicos, alteraciones de memoria auditiva y dificultades en la repetición y en los ritmos auditivos y visuales en sujetos con problemas de articulación (Wells y Peppe, 2003; Baldo y Dronkers, 2006) 

Por otra parte, existe un gran consenso en recomendar la exploración sistemática de la memoria (mediante la repetición de series de números, palabras y frases) dentro de la evaluación logopédica de niños dislálicos debido a la influencia que los aspectos mnésicos, en general, ejercen sobre el desarrollo del lenguaje oral (Bruno, 1985) y la influencia que la memoria auditiva inmediata, en particular, tiene sobre las dificultades de articulación (Mendoza y Carballo, 1990).

2. DISLALIA Y PROBLEMAS NEUROPSICOLÓGICOS.

Los problemas articularios también se han estudiado como síntomas secundarios a alteraciones neurológicas diversas. Así se han encontrado problemas mnésicos, atencionales, visoconstruccionales y de la función ejecutiva relacionados con dificultades de pronunciación en el marco de los trastornos específicos del lenguaje (TEL) (Arboleda-Ramírez et al., 2007; Crespo-Eguilaz y Narbona, 2009), en el de las afasias adquiridas y disfasias (Conde-Guzón, Conde-Guzón, Bartolomé-Albistegui y Quirós-Expósito, 2008), en el de las dislexias (Conde-Guzón, Conde-Guzón, Bartolomé-Albistegui, Quirós-Expósito y Cabestrero-Alonso, 2009), en el de los problemas de aprendizaje asociados a problemas cognitivos y comportamentales (Álvarez-Arenal y Conde-Guzón, 2009) o en de niños con epilepsia según el tipo de crisis y farmacología (Conde-Guzón, Bartolomé-Albistegui, Quirós-Expósito y Cabestrero, 2007). 

Nuestra propia experiencia en el trabajo diario con niños dislálicos nos ha llevado a sospechar la existencia de una cierta dificultad en la capacidad para la memorización y para la concentración. Una buena memoria inmediata auditiva posibilita que el esquema articulatorio se recuerde fácilmente llegando a la automatización.

Para comprobar esta hipótesis, Jiménez en 1988 diseñó un estudio con 178 niños de Educación Infantil y 1o de Primaria y relacionó la memoria inmediata (memoria secuencial auditiva, memoria secuencial de dígitos, memoria de palabras, evocación de objetos y memoria secuencial visual) con los problemas dislálicos. Apreció una alta correlación entre la incapacidad para retener de forma inmediata una información auditiva y la presencia de una dislalia funcional. En consecuencia, en palabras del autor, «se puede confirmar la hipótesis de que las dislalias son frecuentes en aquellos escolares con memoria secuencial auditiva deficiente».

Para concluir, señalamos un estudio reciente (Conde-Guzón, Bartolomé-Albistegui, Quirós y Cabestrero, 2006) que, de manera intencional y sistemática, estudia el funcionamiento mnésico de 150 niños españoles con problemas de articulación de etiología diversa. En esta investigación concluimos que los niños con problemas de articulación del habla presentan dificultades significativas en el funcionamiento mnésico caracterizadas por déficit de memoria remota, memoria visual inmediata, auditiva y lógica, siendo este el primer estudio en el que se encuentran déficit de la memoria visual inmediata en niños con problemas de articulación.

Hay un tiempo, como ya hemos mencionado, en el que no tenemos que alarmarnos porque nuestro hijo no pronuncie correctamente, e incluso porque resulten ininteligibles muchas de las cosas que nos intente decir, ya que hasta los tres años es normal que no puedan comunicarse correctamente. No obstante, después de los tres años los niños deberían comunicarse de forma más fluida y tendríamos que entenderles casi completamente y sin problemas.

En muchas ocasiones intentamos ayudar a nuestros hijos a pronunciar bien, y podríamos corregirlo solamente en el caso en el que la dislalia no exista, sino que es simplemente un proceso evolutivo normal del lenguaje, pero si el problema viene dado por el trastorno de la dislexia, tendremos que proporcionarles un tratamiento especializado para poder corregirlo.

La importancia de la atención temprana, una vez más, cobra más valor cuando hablamos de trastornos del lenguaje como la dislalia infantil, ya que si el niño no es capaz de hacerse entender bien o tiene problemas de articulación o de pronunciación de algunos fonemas, puede sufrir burlas por parte de sus compañeros de colegio, lo que puede agravar el problema y añadirle algún otro en el que la autoestima se vea afectada, su rendimiento académico o su capacidad para relacionarse con los demás.

Cristina Oroz Bajo


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